miércoles, 14 de noviembre de 2007

¿Todo tiene una explicación?

Muchas veces, la mayoría de las personas sabemos el “como” de las cosas y no “por qué” suceden. Si bien nada esta a salvo en este mundo, siempre tenemos un pequeño resguardo, algo con lo que contamos siempre, algo que nos conduce, o no. Ese es el factor suerte. Favorable o no, este nos acompaña sin objeciones ni excepciones a lo largo de nuestra vida. Es aquel juez q nos obliga sin avisarnos a hacer lo que debemos y lo que no, o directamente se nos antepone de improviso. Es aquel que quizá nos condena a un destino eterno en un solo instante.

Todos los días nos situamos frente a diferentes disyuntivas. ¿Pero como sabe uno cual es la mejor decisión? Aunque existan otros factores como la intuición, la sensatez y la viveza o perspicacia, la suerte, que quizá no sea el agente mas importante, es si un gran determínate a la hora de un fallo o determinación final; Por lo cual, ¿cuantas veces hemos pensado y dicho: “Si hubiéramos hecho tal cosa no hubiera pasado tal otra”?

Discrepo de aquellos que afirman que la suerte esta echada. Pienso fervientemente que todos los días atravesamos circunstancias y sorteamos obstáculos y que es ese movimiento de objetos, personas y obligaciones lo que nos lleva a cambiar constantemente de objetivo, lo que hace que la rutina nunca sea rutina, que los “deja vú” sean cada vez menos frecuentes, y que cada día sea sumamente distinto al otro, que nada sea seguro. Esto nos hace pensar que no hay parámetros de nada, que nadie puede prever nada con mucha anticipación, que nadie sabe a ciencia cierta que va a pasar, que hasta los pronósticos del tiempo fallan, que la suerte, el azar o lo que no espere a la vuelta de la esquina es cada vez mas influyente en nuestra vida a tal punto de decidir por nosotros, cosa que, a los mas estructurados no les atrae para nada, y que para los mas aventureros es un desafío nuevo cada día. En conclusión, la suerte o el destino, ocasionan que no tengamos la más mínima idea de los que nos puede pasar mañana cuando despertemos, si es que despertamos, o lo que me suceda a mí cuando termine de imprimir este escrito, si es que puedo.

Mas tarde, investigando, encontré fragmentos que pueden tranquilamente acompañar mis fundamentos. A medida que los leía, veía como yo, sin quererlo, me había copiado de ellos sin saber siquiera de su existencia. Muy paradójico todo, pero fue una contingencia real la que me pasó. Lo incluyo a modo de cierre.

La suerte es una flecha lanzada que hace blanco en el que menos la espera” (1) o también “Más vale una cuchara de suerte que una olla de sabiduría” (2) dicen casi con el mismo sentido dos refranes populares que dejan bien en claro que es la suerte la que influye en nuestras decisiones. Como si, sin quererlo, alguien más se encuentra con nosotros para velar por nuestro futuro.

Además, en el prólogo de "El cuaderno rojo”, se menciona.: “(...) El mundo estaba fuera de él, a su alrededor, delante de él, y la velocidad a la que caminaba la hacía imposible fijar su atención en ninguna cosa por mucho tiempo. El movimiento era lo esencial, el acto de poner un pie delante del otro y permitirse seguir el rumbo de su propio cuerpo. Mientras vagaba sin propósito, todos los lugares se volvían iguales, y daba igual donde estuviese. En sus mejores paseos conseguía sentir que no estaba en ningún sitio."

En este mismo texto se habla de la obsesión de Paul Auster por el azar y la casualidad, que es bastante perceptible en diferentes pasajes de “El país de las ultimas cosas” (ya sea en la fortuna de Anna Blumme en encontrar siempre un resguardo frente a la tempestad, como lo fueron su amiga trapera, Sam, o la contención de la dueña del albergue; o en las casualidades que afrontó, como cuando escapándose busco refugio justo en el lugar indicado, la biblioteca; o cuando se arrojó por la ventana del “frigorífico humano” y fue rescatada por el chofer del albergue): "Una vez Paul encontró el idioma del azar, el idioma de la casualidad y las coincidencias, el idioma de los encuentros fortuitos que se convierten en destino (...). Gracias al azar Paul Auster encontró la música del azar. Se hacía novelista mientras: traducía el mundo al idioma del azar, que es también el idioma de la fragilidad (...) Descubrirlo es revelar que somos terriblemente frágiles y vulnerables, que dependemos de la casualidad, que una coincidencia estúpida puede destrozarnos en un segundo. Que una palabra estúpida oída por casualidad también puede fulminarnos. Recordar que las personas son terriblemente frágiles es una obligación moral: Paul Auster dice que es cazador de coincidencias por obligación moral." (3)


(1) Frase de Konrad Adenauer 1876-1967. Político alemán.
(2) Frase popular.
(3) Fragmento del prólogo escrito por Justo Navarro de "El cuaderno rojo” (The Red Notebook) de Paul Auster, Editorial anagrama Barcelona, 1993. Extraído de: http://www.bibliotecaregional.carm.es/literatura/especiales/auster.html

2 comentarios:

Miqueas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miqueas dijo...

Te amo, así de simple. Lástima que necesites más explicaciones para aceptarlo, pero no me des ninguna para rechazarme.
Nunca voy a ser Pri para vos, ¿no?