viernes, 28 de marzo de 2008
jueves, 20 de marzo de 2008
Ya no quedan dudas...
El guitarrista argentino le puso guitarras, letra y voz a la cancion, y fué además de la partida el reconocido bajista Pedro Aznar. Se grabó en The Looking Glass Studio, propiedad del legendario compositor Philip Glass. Se espera que en abril, el músico británico y el ex (¿?) Soda se vuelvan a encontrar para terminar de darle forma a la grabacion.
miércoles, 19 de marzo de 2008
Autobombo
1 - Ya está listo el blog "http://diariodejav.blogspot.com"
Recuerden que ese es solo un "diario de escritor" que responde a la demanda y las consignas del Seminario taller de escritura de la Licenciatura en Comunicacion social, una de las carreras de grado de la universidad Nacional de Quilmes. Si buscan algo diferente sigan revisando por acá, mi blog personal.
2 - Comienza la n
omuniquense para mas datos al in-box del my space (www.myspace.com/muzicasincomprimir) o en su defecto al mail muzicasincomprimir@gmail.com
Gracias!
domingo, 17 de febrero de 2008
Tachar
jueves, 10 de enero de 2008
“Se conoce gente”: un acercamiento a la vida y obra de “Polo” (4, ultima parte)
Polo aplicó los códigos de la conversación cotidiana a la entrevista televisiva y obtuvo de esa manera confesiones memorables, logrando el acercamiento necesario para lograrlas. El tenía ese don peculiar que tienen las personas que son admiradas por las señoras del barrio, aquellos que tienen la capacidad de parar su rutina para hablar (en la puerta de una casa) de la vida, buscando aprender algo nuevo, porque a el le gustaba escuchar, y eso lo lograba buscando esos indicios característicos en las personas esos detalles que parecen triviales pero aportan. Carlo Guinzburg explicaba que la historia es “la disciplina de lo concreto, lo irrepetible, lo singular y lo cualitativo” y manifiesta que el conocimiento de la realidad al que puede acceder el hombre es “indirecto, mediado y fragmentario”. Polo encontraba la forma de mediar el evento comunicativo para acceder al ese conocimiento, y además le demostraba al entrevistado lo importante que el era y sabia y todo lo que el aportaba a ese conocimiento mediado. Indagar es básicamente lo que hacia Polo, y eran esos contrastes entre el y el entrevistado los que permitían esa comunicación: Para que exista comunicación deben haber contrastes de identidad entre el emisor y el receptor, lográndose así una tensión para que se de un sentido y una reciprocidad, asunto que Polo lograba como nadie. En este caso el entrevistador tomaba protagonismo, pero al mismo tiempo se ponía a la altura del entrevistado, y quizá luego se volvía a su casa pensando en la charla. La cultura tiene su origen en lo que Marx llamaba la relación doble, el hombre con la naturaleza y la del hombre con sus pares. La producción de este tipo de envíos estaba sujeto al diálogo entre hombres, mostrar la vida humana en su expresión mas pura era sin dudas la exposición de un hecho cultural. El modelo comunicativo que se da entre el programa y el espectador, y entre polo y el entrevistado son similares. La franqueza es un punto en común. En este caso no se está operando dentro del código dominante ni en un código negociado entre producción y audiencia, sino que hay un tercer enfoque. Hay cierta decodificación del mensaje por parte del televidente no muy diferente a la que llevo a que este haya sido codificado, porque no hay una codificación certera, no hay ningún tipo de ocultamiento: el entrevistador hace su trabajo y el entrevistado se abre sin tapujos. Aquí, es cuando una parte del mundo muchas veces no mostrada se representa ante el mundo moderno, provocando un enaltecimiento de la representación. Entonces, para que la comunicación tenga sentido, tiene que haber una tensión de los dos extremos, donde haya algo compartido, propiciando un cierto entendimiento, y también una buena parte no coincidente, para que los contenidos que se manejan tengan cierta relevancia. Es ahí cuando se denota la buen predisposición del entrevistado frente al poder del entrevistador ; Además, Polo se ocupó de aspectos nunca bien ponderados en televisión: no todo lo que importa es la realidad política; también está el amor, el miedo a la muerte, el deseo, la relación con los vecinos u el prójimo; todo ese universo que la vorágine de la televisión no refleja, y el periodismo tampoco, porque no vende ni es noticia, pero que para Polo era indispensable narrar para conseguir una buena historia, ya que “al fin de cuentas esas cosas son las que nos preocupan a todos”, expresaba a una revista de historietas en 1994. La actual es una cultura del vivo. El no chequear antes de mandar al aire es parte de una agenda para determinados medios. Según Hall, el consumo o recepción del mensaje televisivo es también en si mismo un “momento” del proceso de producción en su sentido más amplio: la standardización también es un problema; Es innegable, que es por las condiciones que propicia la reproducibilidad técnica, los elementos para satisfacer necesidades las satisface un producto standardizado. El afán por la inmediatez, la competencia entre medios y las imágenes directas y concisas pero repetitivas, producen que la televisión sea el único medio capaz de codificar de esta manera un lenguaje tan complejo. En estos programas no se buscaba la inmediatez, pero si había una gran improvisación al no prepararse un guión (buscando cierta frescura y franqueza), que es lo que muchas veces provocaba incertidumbre y corridas, peores aun que las de la cultura del aire en vivo y en directo. Ese fue otro de los factores que llevaron a Fabián a recluirse en el Delta.
Polo decía que había un programa donde se encuentra un mito. El buscaba revelar los misterios, cuestión a la que el iluminismo no inducía precisamente y no hacía que los envíos sean divertidos a toda costa, ni tampoco mostraba un drama. El mostraba vidas, no obligaba a nada ni manifestaba una subordinación: no sacaba conclusiones, le concedía esa opción al espectador, no optando por la banalidad de los hechos, logrando que las producciones pueden ser consumidas estando incluso en distracción, sino buscando una atención y feedback.
Hall, Stuart ;Codificar / Decodificar
Debord, Guy ; La sociedad del espectáculo
Portela, Ignacio- Montero, Hugo; Polo: el buscador ; Buenos Aires; Catálogos; 2005
Polimeni, Carlos; El otro lado de Polo ; Pagina/12; 17 / 06 / 01
Friera, Silvina; Cada uno tiene su versión del personaje, su propio Polo; Pagina/12; 21 / 01 / 06
Blejman, Mariano; El legado de un pioner; Pagina/12; 03 / 12 / 06
Guinzburg, Carlo; Indicios. Raíces de un paradigma de referencias indiciales
Mattelart, A. y Mattelart, M.; Historia de las teorías de la comunicación
Hall, Stuart ; La cultura, los medios de comunicación y el “efecto ideológico”
lunes, 7 de enero de 2008
“Se conoce gente”: un acercamiento a la vida y obra de “Polo” (Parte 3)
Polo usaba las imágenes como una reproductibilidad de las ideas. Con una conjunción de imagen y narración dejaba en descubierto ese juego de la historieta sobre una historia verdadera. Plasmaba imágenes y las repetía una y otra vez demostrando una narración, una historieta, exhibiendo así una realidad. Unificaba, mediante una escena dramatizada, el texto en off con aquella entrevista principal, y así es como narraba esas historietas, “las pequeñas historias sobre pequeñas personas”. Aquí aparece lo que afirma Stuart Hall, que expone que, el signo televisivo esta compuesto por el discurso visual sumado al auditivo, lo que le da complejidad. Este asevera que el proceso de recepción y producción televisiva están relacionados ya que forman parte de una misma comunicación, como lo es la audiencia, siendo fuente y receptor.
El programa de Polo no tenía aura. Con esto intento explicar que lo que era visto por el televidente meramente reproducía una charla abierta y sincera entre el periodista y el entrevistado de una unicidad infranqueable y manifestación irrepetible. Por más que miremos los videos una y otra vez, la capacidad aurática solo la obtuvo el momento en que se grabó el crudo. Ya al momento de la edición, el aura se había perdido. Ni el productor ni la audiencia, podrán captarla. Solo Polo tenía el derecho y el poder de conseguir tamañas confesiones.
Al inicio, Polo, de campera negra, interpretaba a un tipo que habían echado del laburo y que se dedicaba a juntar historias. Él era un fanático de las historietas, y un arduo lector de policiales. De ahí provino esa estética propia. Porque Polo llevó situaciones, textos y gráfica; toda esa imaginación de lo policial a un formato completamente distinto como es el televisivo: Rompió así con todo lo que existía en cuanto al trato de lo suburbano, partiendo desde las fuentes. Polo era un hombre de la noche, pero no la noche de la farándula: el conocía muy bien la cultura nocturna. Aunque estamos hablando de los años 93, 94 y 95, es decir, los años fuertes de la fiesta del menemismo: Miami, pizza y champagne. Cuando la frivolidad estaba a flor de piel, Polo nadaba contra la corriente: por ese entonces se metía en los pasajes subfluviales, se codeaba con los "Titanes en el Ring" que estaban desaparecidos de los medios, con las prostitutas, y hasta con un personaje que buscaba oro entre la mierda de Buenos Aires: todo eso acentuado con la difusión desde el canal oficial, el viejo ATC intervenido por Gerardo Sofovich, cuestión más que paradójica. En cierta forma jugaba con esa osadía de sacarle una hora de programación a Sofovich, de robarle espacio a la hegemonía del poder de turno. Igualmente Polo no buscaba popularidad. Era el quien manejaba los costos del programa: Le pagaba de su bolsillo a sus colaboradores, aún sin haber arreglado contrato con el canal estatal, o en situaciones en que pudiera no conformarlos del todo, porque, en definitiva, era una suerte de patrón en un momento, ya que bancaba el proyecto con la productora que armó. Él en ningún momento dejó de hacer lo suyo para realizar cosas más "vendibles", al contrario; Los programas tienen una línea narrativa e ideológica muy coherente y loable. Siempre afirmó que la relación con ATC era inmejorable, o al menos mejorable económicamente, ya que si bien nadie chequeaba el programa antes de su salida, lo que le daba absoluta libertad a la producción, el dinero nunca alcanzaba.
Polo, a diferencia de lo que se practica en la actualidad, luchó siempre contra esa idea de que su programa trataba temas marginales o mostraba estigmas: “De alguna manera es un estigma que nos acompaña. Porque nosotros propiciamos eso: entrevistamos putas, linyeras, chorros, policías, ese tipo de cosas. Pero nunca fue la orientación del programa. Nunca pensamos en hacer un relevamiento del mundo marginal. Es un programa que cuenta situaciones de vida, que habla sobre las pasiones humanas. Me molesta porque me parece que se quedó fichada esa idea. Y me irrita a mí mismo que así sea”. Igualmente siempre va a estar instalada la idea de que Polo prevalecía a las personas sobre el producto, en las antípodas de lo que manifestaban los Mattelart, que consideraban que “la ideología de la sociedad de la información es la misma que la de mercado”, y que postulan la importancia de los objetos sobre las personas, llegando a considerar que las personas son parte de la existencia de los objetos y no que las personas sean los que digiten el funcionamiento de los mismos.
Durante el envío televisivo, existe una subordinación por parte del televidente. Polo sin demasiadas intervenciones lograba imponer una ideología (mecanismo que muchos envidiarían). Por el solo hecho de abrir las puertas hacia aquello que creemos desconocido pero que no es más que una mera representación de la realidad. El no intentaba hegemonizar al estigmatizado sino que deja que de este surja una reflexión, y así demostrar que, en un canal supuestamente vacío de presiones (y digo supuestamente porque no hay presiones comerciales, pero si políticas y de las peores) se puede exhibir un producto de calidad y objetividad con una verdadera independencia periodística.
En cuanto al culto, ese fue un factor que no se pudo manejar; A Polo le interesaba lo que hacia más allá de cuanta gente lo esté viendo. Lo hacia por el mero hecho de adentrarse en lo que el aura de cada situación vivida en particular le proporcionaba. La mentada “mirada de Fabián” se logró con el tiempo y no con un objetivo. No necesitó del poder de los medios hegemónicos para trascender, para poder mostrarse. De ninguna manera siguió la ideología imperante, aquella que fanfarroneaban los pseudo-trasgresores desde su lugar progre pero obediente. Convengamos en que no existe un autosustento de la hegemonía, esas ideologías subordinadas al poder dominante, sino que son los grupos de choque y los mismos obedientes las que lo legitiman. Polo logro rebatir a ese poder que penetra en los códigos y convenciones sociales y culturales haciendo que el lenguaje sea funcional comunicativamente, para de esa manera naturalizar las cosas y ejercer dominio sobre esas masas subordinadas, ese que mensaje no se da en un momento aleatorio, sino que esta producido, por lo que se torna difícil de ignorar, haciendo posible de esa manera una utopía: Hacer periodismo verdaderamente independiente (no como el que actualmente pregona el grupo Clarín) en el único canal de televisión de la capital de nuestro país que luego de la gestión militar no paso a manos privadas. A polo no le interesaba representar ideales de superestructura sino que su enfoque se inclinaba principalmente a hacer visibles, porque no, los diferentes ámbitos de la vida de la base de la escala social.
En “El visitante”, el segundo ciclo, cambio en cierto modo, la temática a la hora de encarar cada emisión. Si bien se continuó reflejando el “exterior”, “lo poco visto”, los programas no se basaban en una temática especial y luego se armaba esa historieta, sino lo que se elegía era un lugar determinado para desarrollar allí las entrevistas.
La última emisión de El visitante fue en el delta del Tigre. El destino, posteriormente quiso que esa sea la última morada de Fabián. Luego de un tiempo de exilio allí, tiempo de desintoxicación de la ciudad, desorientación incluida, idas y vueltas, pérdida notoria de cabello y un rostro desencajado que deambulaba sin rumbo, sin saber cual era el paso a seguir, Polo quedo resignado y desganado, solo, pensando que ya no podía cambiar la actitud, y que el pozo en el que lo había llevado la angustia era natural e irreversible, aquella postura que manifiesta que no hay nada por hacer, de que todo lo que sucede en la sociedad es así y no puede ser de otra manera (postura que claramente quieren sostener también los medios hegemónicos, probablemente codificada, una clara situación de desgaste luego de convivir con el hibridaje de culturas, habiendo visto demasiada barbarie oculta por los mismos medios complacientes y obedientes al poder de turno.
Un 3 de diciembre de 1996, tan paradójicamente que estremece, esa realidad que él tan bien supo mostrar a través de sus preguntas, su espléndida narración y el lente de su cámara, lo llevó a arrojarse a las vías del tren en la zona de Santos Lugares, dejando cientos de interrogantes y un magnífico legado periodístico. Es más terrible aun, saber que en uno de los tantos crudos que no salieron al aire, un maquinista de tren donde durante una entrevista hacia la confesión de que era ese el lugar más propicio para un suicidio. Fabián había decidido censurar esa parte ya que, según dijo, parecía un manual para el perfecto suicida.
La cobardía del acto es lo que muchos reprochan. Otros tantos extrañamos el modo de ver que él tenía y que se perdió en aquella tarde de diciembre, que como afirmo en algún relato, se pudo haber producido por haber visto demasiado y no poder dejar de pensar en ello.
domingo, 6 de enero de 2008
“Se conoce gente”: un acercamiento a la vida y obra de “Polo” (Parte 2)
La mirada Polosecki: Los programas
“Un día, no sé cómo, todos los jefes de redacción
se dieron cuenta al mismo tiempo de que podían
arreglarse sin mí. Ahora escribo historietas
absurdas sobre historias verdaderas.
No me va mucho mejor, pero se conoce gente".
Polo en Off, al comienzo de cada emisión de “El otro lado”
Fue junto a Roberto Petinatto con quien estuvo por primera vez a la pantalla, para hacer una sección de “Rebelde sin pausa”, en la que, bajo la lupa de Becerra, buscaba entrevistados en la calle dándole una impronta propia al personaje que presentaba. Ese entrevistador empezó a tomar vida propia fuera de los parámetros de investigador de novela negra que Becerra preveía y con fanatismo al género solicitaba. Eso derivó en la propuesta de abandonar la sección y encarar un proyecto de programa propio: el otro lado.
El otro lado y El visitante fueron, seguramente, los programas más influyentes de la televisión actual que se hayan producido durante la década del noventa. Fabián Polosecki cambió así la historia de la televisión, quizás como una prolongación de su militancia política que había tenido en
El formato del envío era simple: Polo hacía preguntas, y trataba de esa manera obtener pasajes interesantes de la vida de una persona. El buscaba, investigaba: el quería contar historias, y así conocía gente. El clima dado por su voz, por su mirada, por las palabras empleadas y, sobre todo, por el trato que les daba a sus entrevistados, contribuyeron a la evolución de ese formato brindado por el espectáculo mismo, creando una exposición y producción de la sociedad del momento. El otro lado duró dos años, saliendo los lunes a las 23 y fue incrementando su rating a medida que el boca en boca surtía efecto. (Igualmente, al respecto, Hall señalaba que la producción artística comienza con las creaciones que están al servicio del culto, indicando que importa mas su presencia y menos que sean vistas). El visitante, en cambio, duró 13 capítulos e iba por ATC los viernes a las 23, saliendo a partir de agosto de 1995.
Polo encontró en la televisión "una forma de expresión adecuada a sus posibilidades y a esa sensibilidad e inteligencia que poseía. Conseguía que los entrevistados contaran sus secretos mejor guardados, pero se comprometía demasiado con la gente. Se entregaba por completo y, al compartir el sufrimiento ajeno, se desgastaba. La indiferencia nunca fue uno de sus atributos" Guy Debord afirmaba que “El espectáculo es materialmente la "expresión de la separación y el alejamiento entre el hombre y el hombre", porque se emparenta con negación de la vida real. Polo mostrando sus historias se oponía, escapaba del espectáculo, de ese juego que proponía la frivolidad de los años noventa, ese autorretrato del poder de la época. No solo se oponía a lo que proponían sus principales colegas, sino a la opción elegida por un pueblo que se veía obnubilado por objetos importados y destinos glamorosos posibles de visitar. Una vida donde lujos eran accesibles, los presupuestos amplios y las imágenes cada vez más abundantes, donde el tener es fundamental, pero el aparentar es probablemente más importante, y es muy feo andar mostrando a las prostitutas, a los orates que deambulan, a ladrones, o a quienes no llegan a fin de mes. Polo se iba muy mal de ese tipo de entrevistas, pero posiblemente lograba sacarle una sonrisa al entrevistado. Actualmente los entrevistadores recurren al golpe bajo solo para mostrar una imagen, vender una caridad que termina cuando se suben al auto y alzan los vidrios polarizados.
Polo era una escuela en si mismo. Viendo los tapes, se aprende a entrevistar a la gente: esa idea de aprender a escuchar, y, a partir de esa escucha, interesarse y respetar lo que dice el otro. No esperar las verdades que uno quiere escuchar de alguien que tiene un discurso armado. El azar de la entrevista, el manejo de los tiempos son aspectos fundamentales del oficio de Polosecki como entrevistador, sumado al respeto y el trato especial hacia los entrevistados. Las notas que realizaba Polo eran una o dos horas de charla, previa investigación de los realizadores para editar ese crudo y que queden para salir al aire diez minutos, a diferencia de las notas pautadas que se hacen en un instante como ahora; El iba, hacía la nota y era toda una movida de doce horas diarias. Además lograba una intimidad envidiable, porque pareciera que los entrevistados sólo le hablaran a él, como si no hubiera nadie más registrando el testimonio, y había un equipo periodístico (que el mismo armo) junto a el la nota. Todo eso era fruto del trabajo serio y de ese respeto que imponía.